Los comportamientos y las decisiones
que tomamos a diario reflejan en cierta medida las creencias que hemos ido
adoptando desde nuestra infancia. Son construcciones sociales, que constituyen
respuestas específicas para resolver problemas y reconciliar dilemas, por eso debemos
deslastrarnos de todos aquellos recuerdos que marcaron nuestra formación
personal y profesional, les coloco una expresión de Alejandro Ariza que expresa
todo por sí sola.
La fe es la capacidad de creer en lo que no
se ve, y la recompensa de tener fe es que algún día podamos ver
aquello en lo que creímos.
¿Qué es una creencia? La Real
Academia define la creencia como el firme asentimiento y conformidad con
algo.
Las
creencias son principios de acción sobre los que actuamos como si fueran
ciertos. Buda decía “No os
creáis nada. No importa dónde lo leáis, o quién lo haya dicho, aunque lo haya
dicho yo, a menos que concuerde con vuestra propia razón y vuestro sentido
común“.
¿Dónde nacen estas creencias? Muchas de
nuestras creencias fueron “implantadas” durante nuestra infancia, antes de que
fuésemos conscientes de su impacto. La educación que nos proporcionaron
nuestros padres en casa, las enseñanzas de nuestros profesores en el colegio;
la cultura en la que nos hemos criado e incluso los medios de comunicación que
vemos o escuchamos nos han ido transmitiendo una serie de creencias que han
quedado arraigadas en nuestro yo más profundo.
El
resto de creencias se han ido creando a partir de nuestras propias
experiencias, y a su vez, las creencias influyen sobre nuestras experiencias,
haciendo que algunas sean posibles y otras no.
¿Cuándo
es una creencia buena y cuándo no? Las creencias no son buenas ni
malas, sino potenciadoras o limitantes. Cuando alguien cree que puede hacer algo, lo hace,
mientras que si está convencido de que no es posible, no importa lo que se le
diga que no se le convencerá de lo contrario.
Cuántas
veces habremos escuchado la frase “No
puedo“. Según Paul R. Scheele, presidente de Learning
Strategies Corporation, esta frase “es
la fuerza de la negación más poderosa de la psique humana“.
Por
su parte, Eleanor Roosevelt dijo “Nadie
puede hacer que te sientas inferior si tú no se lo permites“.
El coaching actúa a partir de creencias potenciadoras para que consigas el
objetivo marcado.
¿Cómo
identifico una creencia limitante? Antes de nada hay que ser
consciente de que tenemos esas creencias, para lo cual hay que
expresarlas. Una pregunta que puede ser de gran ayuda a la hora de
identificar las creencias que nos limitan en la consecución de un objetivo
específico es: “¿Qué te impide alcanzar
tu objetivo?” Si no eres capaz de
identificar ninguna creencia limitante tal vez no hayas pensado suficientemente
en el objetivo.
Lo
bueno de todo esto es que las creencias cambian y, por tanto, las experiencias
cambian como resultado de estas. Así que busca aquellos objetivos que no
hayas podido alcanzar hasta ahora e identifica que es lo que te impedía
conseguirlos (el trabajo que deseas, la pareja con la que compartir tu tiempo,
una buena relación…)
Otra cuestión importante a tener en cuenta es que en nuestro día a día
la mente que rige casi el 99% de
nuestros comportamientos es la mente
subconsciente!!! Ésta procesa 40 millones de bits de información por segundo, mientras
que la mente consciente es capaz de procesar únicamente 40 bits por segundo.
Podemos concluir y aplicar en el coaching que nuestra mente subconsciente
(que funciona por hábitos, por repetición automática) va siempre un paso por
delante de nosotros, de nuestra mente consciente.
Está claro que cuando dejamos de “estar presentes”, de activar nuestra
mente consciente creativa, dejamos entonces de ser nosotros mismos porque
pasamos a expresar la programación que hay en nuestro subconsciente, es decir,
nos comportamos en base a unas creencias que no son las nuestras..
VIDEO DE CREENCIAS LIMITANTES